domingo, 1 de febrero de 2009

Oaxaca

Playa Ventura – Puerto Escondido – Oaxaca

Tarde se me hizo al final de cuentas por “echar el chal” con el chilango. Me adentré así en el hermoso estado de Oaxaca. Lo primero que llamo fuertemente mi atención fueron los mototaxis, unos triciclos motorizados que por 5 pechereques te llevan a donde sea en el poblado. Son bien curiosos y simpáticos algunos. Tuve que detenerme a tomarles unas fotos y a inquirir a los mototaxi-choferes. A mi me llamaba mucho la atención su motito y a ellos la mía, que no es nada impresionante por allá, pero para ellos si lo era debido a su tamaño y el escándalo que hace.
Por fin llegué a Puerto Escondido, que vaya que lo está, pues me perdí al entrar al poblado. Ya cuando di con la playa, habían pasado unos buenos quince minutos.
Es una playa linda y tranquila, con muchos bañistas y una excelente vista. No por nada es un destino escogido por muchos turistas nacionales y foráneos.




Mientras buscaba la carretera que me llevaría a Oaxaca, me topé con un local donde el menú consistía de carnitas al estilo Michoacán y que me clavo ahí. No eran tan ricas como en Mich pero estaban ricas y para después de algunas horas en el camino sabían aún más ricas.
Seguí el camino señalado y me detuve a cargar gas. Las personas que ahí se encontraban contestaron mis preguntas y me encaminaron por el mal camino. Tome la ruta señalada y la carretera no se veía tan mal, había muchas curvas pero el pavimento estaba aceptable. Sin embargo, llego lo inevitable. El camino se turno mas sinuoso y llenos de baches, deslaves y derrumbes, curvas de herradura y barrancos y mas y mas hoyos. Sin temor a equivocarme les puedo decir que había miles de baches, grava suelta y un pavimento paupérrimo, eso claro, cuando lo había. Bajé y subí muchas veces por la sierra y eso si, había unas panorámicas poca madre, una frescura indescriptible y un olor riquísimo.








Las curvas no terminaban y ya todos los baches me parecían iguales. ¡¡¡Que manchados eso de la SCyT!!!
Me tomó un poco por sorpresa la noche pues venía tan concentrado en el camino que no me di cuenta de que ya habían transcurrido más de tres horas y yo seguía lejos de la ciudad de Oaxaca. Noté unas que me iban a encontrar al llegar a una curva y tomé las precauciones debidas al no saber cuantos baches o cuanta grava me encontraría en esa curva, de súbito vi dos círculos casi fosforescentes que venían hacia mi, hice el cambio de luz varias veces para que el conductor de el camión bajara su luz, pero nel pastel. Tarde un par de segundos en medio ajustar mi visión y en cuanto lo hice me percate que el camión venía sobre mi carril y que le valía madre que una insignificante moto viniera a su encuentro. No tuve mas remedio que virar para intentar evadirlo y frenar al mismo tiempo, pero tomando en cuenta el factor hoyos+grava se volvió un buen reto. Logre esquivarlo, aun frenando, y al quedar ya fuera de la influencia de sus luces vi exactamente a donde me dirigía y esta vez no me iba a escapar pues había grava suelta y cualquier intento por detenerme rápidamente resultaría en una caída, así que me deje llevar, apreté el asterisco y me apunte para caer de ladito en una zanja sobre el costado del camino y ¡¡¡ bolas don Cuco ¡!!. La moto quedo vertical, recargada sobre un lado de la zanja y yo pues tuve que volar un par de metros, afortunadamente sin daño alguno, solo un moretón en mi muslo izquierdo que noté muchos días después.
Me incorporé y comencé a tirar piedras al camión que iba muy pesado por lo que su paso era lento y además cuesta arriba, y yo, obviamente, cuesta abajo, lo cual hizo la maniobra un tanto más complicada.
Afortunadamente (en este punto estoy pensando en ponerle un nombre a mi moto, no un mote como “la incomprendida”, sino un nombre propio, pero no sé en realidad. Se me ocurre un nombre japonés tal vez pues ella es japonesita. ¿Qué les parece Yuko? ¿Oyuki? -jajaja- ¿Saori? –¡¡¡saludos Ñonori!!!- Yuko será)…
Bueno como les decía, Yuko encendió sin problemas, lo cual fue muy, muy afortunado pues a veces se les mueve la menudencia y luego no quieren arrancar.

Recuento de los daños: moretón, palanca del embrague rota y muchas maldiciones para el conductor del camión.

Seguí el camino de los hoyos profundos y que parecían infinitos hasta un pueblo donde había muchas motos estacionadas afuera de restaurantes y comedores. Cargué gasolina y me alentaron los despachadores al decirme que faltaban cerca de 80 kms. y ya no me encontraría baches, sino columpios y rectas. Y así fue, después de todo lo que había pasado esos 80 mil metros fueron fáciles y sin nada que reportar. Llegué al kilómetro 0 y aún no estaba en Oaxaca, “¿Qué onda?,” me pregunte sin tener una respuesta, solo veía resplandores en 3 direcciones pero no luces de una ciudad.
En un tope tiré los lentes de visión nocturna que me presto Alex, así que me tuve que regresar a recogerlos y para mi fortuna no había circulado ningún vehiculo aún. Me di la vuelta y me detuve al lado de los lentes y me agaché para juntarlos y ¡¡¡ vas al suelo Yuko!!! Estaba ya tan cansando que al momento de agacharme Yuko se cayo sin yo poder evitarlo y ¿adivine que?, ¡¡¡aterrizo precisamente sobre las gafas!!!
Lo siento mucho Alex, yo se cuanto te gustaban tus gafas naitvishon pero quedó fuera de mi alcance por la fatiga.
Finalmente entre a lo que parecía una zona urbana y que estaba infestada de topes, como cada 250 metros primero y cada 400 después. Creo que después de los tacos y las chelas, los topes son lo que mas abunda en México.

Seguí a las hordas de taxis hacia el corazón de la ciudad y no tarde mucho en llegar al Zócalo. Minutos antes había recibido un mensaje de Jaime que me decía que estaba en la afueras de la ciudad y como que quería acampar en las afueras. Minutos después me llamo y acordamos vernos en el centro y coincidentemente nos topamos en la esquina donde Yuko. Nos dimos un abrazo muy fuerte y comentamos nuestros trayectos. No lo van a creer pero recorrí 265 kms desde Puerto Escondido a Oaxaca en ¡¡¡7 horas!!! Mas lo que había recorrido de Playa Ventura a Puerto, unas 10 horas en total. El también, tuvo que pasar casi 8 horas en la moto pues andando por las carreteras libres se hace mucho tiempo en llegar a cualquier punto. Dios bendiga a las autopistas de cuota, tan baratas y en excelente estado ellas. Ajá.
“Hola Manito, pero que gushto verte de nuevo,” me dijo así chifladito como hablan los ibéricos al pronuncia la s.
Dimos una vueltita por el Zócalo y yo buscaba que comer. Un poli nos dijo que podíamos ir al mercado a comer tlayudas o clayudas, algo así. Llegamos a donde una señora gordita simpática que nos ofreció las famosas Tlayudas. La ñora servia y daba cambio así nada mas, a lo cual Jaime se mostró sorprendido. Para mi es parte del sabor y mi estomago de perro nunca se queja. La Tlayuda es una tortilla grande, unos 20 cm de diámetro, con frijoles fritos, carne de puerco o chorizo o tasajo (bistec) y pollo también, creo, acompañados de queso o quesillo (queso Oaxaca), cebolla, col y salsas. Estaban de aquellas y con hambre, mucho más.
Ya con el corazón contento, nos pusimos en búsqueda de un lugar para dormir. Otros polis nos dijeron que no había lugares para hacerlo en la ciudad y a nuestra pregunta de que si era posible hacerlo en el Zócalo, nos contesto que no, pero nos indico un parque en el que él creía que no habría problema, Los Arcos nos dijo. Le dimos para allá y efectivamente encontramos un parque pero como que no se veía bueno para eso. Doblamos y nos topamos con el acueducto, que pasa sobre un calle angosta, la cual nos parece que por ahí tal vez podríamos encontrar un rinconcito agradable y así fue. Uno de los arcos del acueducto daba paso a un callejón que tenia una fuente en la entrada y 3 bancas sobre un costado. Quedó de pelos ese lugarcito porque las bancas estaban al tiro y nos permitía dejar las motos cerca de nosotros. Ahí pusimos nuestras bolsas de dormir y no tardamos en quedarnos bien jetones.














La misteriosa desaparición de Jaime
Nos despertó el claxon de un auto que no podía pasar porque la moto de Jaime le bloqueaba un poco. Luego nos encontramos una nota dejada por algún vecino madrugador que muy amablemente no nos despertó pero que en su nota nos pedía que no dejáramos las motos ahí, pues no dejábamos pasar los autos.
Recogimos nuestros catres y le compramos pan a un señor que pasaba con su canasta en la parte de atrás de su bici.
Lo primero que queríamos hacer era buscar la palanca del embrague y aceite para la moto de Jaime. “Disculpe amigo,” le dije a un transeúnte, “¿Conoce un lugar donde vendan partes de moto?” Me dio instrucciones algo complicadas, pero pudimos llegar a una tipo agencia de Vento donde no tenían nada para una moto grande. Pregunte a una chica que trabaja ahí sobre un lugar donde posiblemente la tendrían y comencé a ver que para eso de las instrucciones, los oaxaqueños se pintan solos. “Toma el periférico y le das para abajo. Le das hasta que llegues a Cinco Caminos y luego te regresas como si vinieras de nuevo para acá, pero no por donde mismo, sino que para una callecita a la derecha. Se llama Motos Lesa.” Si no le das a la Honda.” Y esa para donde esta le pregunte. “Esa esta mas para allá, como para motos Lesa pero para el otro lado,” me contestó. No pues con esas explicaciones no tuve problemas para llegar a motos Lesa. La verdad es que un chico en una moto nos mostró el camino. Llegamos al semáforo y gire a la izquierda y Jaime se trepo al camellon sobre la avenida que cruzaba. Yo lo vi y me sorprendió un poco pero no le di importancia pues la refa estaba a unos 50 metros del cruce. No pude encontrar lo que buscaba y al salir me di cuenta de que Jaime ya no estaba donde lo vi por última vez. Espere un poco pero nada, así que me fui en busca de la Honda, la cual efectivamente estaba mas adelante pero con el mismo resultado, bueno tuvo que salir el mecánico para ver la moto porque los de la refa no sabían a que me refería. El mecánico me dijo de un taller que se encontraba mas adelante donde tal vez me podrían ayudar. Pepe, después aprendí su nombre, me dijo que ahí en Oaxaca iba a estar complicado encontrarla pero me mostró la luz. “No carnal, esa aquí no la hayas,” me dijo. “Mejor te la hacemos, cortamos de otra la parte que te falta y aquí al lado la soldan,” terminó.
Saqué mi cel para ver la hora y me di cuenta que tenia una llamada perdida de Jaime. Le marque pero estaba ocupado.
“Pues esta bien carnal, así le hacemos con la palanca,” le dije. “Nada mas que necesito ir a sacar dinero y a buscar a mi compañero.”
así pues, me fui al banco y a buscar a Jaime. En un alto sentí la vibración del cel que recibía un mensaje. Era de Jaime y literalmente decía: “Manny, por favor pasa a periférico 100 a recoger tu Ipod por si ya no te veo. Es una tienda Movistar. Te llamo Luego.” El tenia mi Ipod pues se estaba recargando la batería en una toma en su moto.
Así comenzó una la ardua tarea de encontrar el número 100 del periférico. Le di para un lado, luego para el otro. Del 344 se iba al 500. Primero ascendía y luego descendía la cuadra después. Al no tener éxito después de recorrer todo el periférico, decidí utilizar la estrategia de buscar en los Movistar que había sobre el camin. “Disculpa,” así comencé como diez veces, “¿no llego por aquí un español en una moto?,” a lo cual siempre recibía la misma respuesta negativa, hasta hubo un momento en que dude de la honestidad de las personas que trabajaban en estas tiendas. La neta Oaxaca es un caos con eso de la numeración, no tiene ni pies ni cabezas.
Regrese al taller de los chilangos por la palanca y les platiqué sobre Jaime. Para aquellos que no saben quien es Jaime, ahí les va una breve reseñar.
Conocí a Jaime en Vancouver a finales de septiembre una mañana en el depa donde vivíamos. Jaime estaba recorriendo el mundo en una Toyota que esperaba en Vancouver procedente de Calcuta, India. Fue una historia algo trágica pues los trámites aduanales son un calvario en los países del primer mundo también. Su camioneta arribó el día pactado y había que hacer el pago respectivo para tenerla fuera del contenedor y lista para partir. Al abrir el contenedor salio un olor putrefacto a causa del lodo en las ruedas que se acumulo a la hora del embarque, por lo cual había que llevar la camioneta a otras instalaciones para que se lavara y con su consecuente aumento de precio, algo que no gusto a Jaime para nada. No estoy seguro si movieron la camioneta del lugar o no, lo que si sucedió fue a alguien con mas experiencia en eso de llevar y traer cosas, hizo la corrección y resulto que la camioneta no podía entrar a Canadá con el lodo pues venia de un país con malas condiciones sanitarias y este lodo podía tener alguna infección que al momento de ser lavada, ese barro entraría al sistema de agua y alcantarillado. La camioneta tenia que regresar a la India.
¡¡¡Imagínense haber pagado mas de 3’000 dólares por un envío así y después tener que pagar otro tanto para regresarla y no se cuanto mas para enviarla a otro lugar!!!
Tuvo que hacer malabares para que la compañía al menos se hiciera cargo del regreso sin costo pues fue su error haber embarcado un vehículo así. Digo, se supone que a eso se dedican, ¿o no?
Después de muchos ires y venires, no se pudo hacer nada para desembarcar la camioneta, mas sin embargo, la compañía asumió el costo de regresar la camioneta a Calcuta, que por políticas o leyes que no conozco, era el único lugar a donde podía ir.
Jaime entonces, tuvo que crear un plan B, el cual consistió en conseguir una moto para seguir el trayecto pues el quería estar en Chile el 22 de noviembre para la boda de una prima que vive en Santiago. Al principio no fue fácil y no encontramos nada en Vancouver, Seattle o Portland, así que la búsqueda tomo otros rumbos hacia el sur. Las opciones eran Los Ángeles, San Diego y Vegas, esta ultima siendo la más cercana a lo que Jaime quería.
Así fue como los planes de Jaime y los míos se unieron para que primero nos encontráramos en Guadalajara y después en Oaxaca.
“¿Qué pasa carnal, ya tienes la palanca?” le pregunté a quien después supe se llamaba Pepe. “Simon,” contesto, “ahorita nomás se la llevamos al soldador para que quede al cien.” Continúo con un acento del defectuoso. Ahí fue donde conocí a Don Roberto y a Cornelio, papa y hermano, respectivamente de Pepe.
Comenzaron las charritas con los chilangos y el albur no tardo en aparecer. “de seguro le vas a las chivas” afirmo al saber que venía de Guanatos. “No que paso Don Robert. ¿Ya nos llevamos?” conteste indignado. “Yo le voy al Atlas.” “Ah bueno, esos si están bien,” dijo complacido, “con que no le vayas a las Chivas pedorras o al Cruz Azul como acá mi cuñado, todo esta bien.” Obviamente el cuñado respingó. “¿O que? ¿A poco dices, vivo en continente chiva?,” decía mientras inflaba el pecho con orgullo, “¡¡¡Vivimos en America cabrón!!!”. ¡Tómala cachetón! ¿Así o más claro? Ahí fue cuando les confesé que el America es algo así como mi segundo equipo. En el corazón no se manda, ¿ó si?
Les conté que la historia de Jaime y les pregunté sobre el peri y ahí medio me dijeron como y para donde hacerle.
Mientras soldaban la manija, la conversación sobre futbol aterrizo en comida y Tejuino. Ahí más o menos les explique que era el Tejuino y Cornelio me dijo que allá también tenían algo así. El famoso Tejate.
“¿Y eso con que se come?” les pregunté.
“Vamos por uno, si quieres” ofreció Cornelio.
Y ahí vamos en una motoneta, con la señora del Tejate.
El Tejate, intentaré explicar, es una bebida hecha a base de maíz, que como el Tejuino, se fermenta. Se cuece el maíz como si fuera nixtamal, pero no se hace con cal, ¡¡sino con cenizas!! Se deja reposar y produce un tipo nata, o espuma que esta presente a la hora de ser servido. Tiene un muy buen sabor y un aspecto chocolatoso, aunque si es algo diferente a lo que estamos acostumbrados en La Perla.
Compramos una dotación para llevar a la bandola en el taller y partimos en la motonetita, que a decir verdad, sufría un poco con mi peso.
Ya todos contentos con el refrescante Tejate, cada uno se puso a hacer lo que le correspondía.

Me detuve en un remolque donde venden accesorios Harley para preguntar sobre la mejor ruta al sur, pues supuse que el dueño de las Harley estacionadas ahí tendría ya sus kilómetros recorridos. Asi fue como conocí a Eva y Hugo. Eva fue a quien conocí primero y muy amablemente me dijo que muchas veces a todas las avenidas fuera del centro les llamaban periférico y que tal vez si me tomaba otras de esas podría dar con el local de Movistar este y me dijo que su esposo, que por cierto es de Australia, había recorrido Centroamérica en una moto que él hizo, claro, con motor Harley. “Do you speak English?,” comenzó Hugo. “Si.” Conteste. Ya ven como se atoran las velocidades a uno a veces. Guachu guachu guachu, ya saben como son las platicas en ingles, y yo como buen mexica, puro “yes yes yes”. Estos australianos y su acento tan botana. Me explicó las posibles rutas hacia el sur, hasta Panamá, para ser exactos, que es hasta donde él ha ido. me contó también de su taller de motos y sobre cuanto le había costado hacer la belleza que tenía ahí, ¡¡¡300,000 del águila!!!
Nos deseamos suerte y me regalaron una ficha de juego, como esas de los casinos, que es su tarjeta de presentación. La verdad que súper buena onda (o sea, ¿no?) esta pareja.






Ya más movido por la curiosidad que por la esperanza de encontrar mi Ipod, le di para donde Eva me dijo que también se llamaba periférico. La misma pregunte de unas horas atrás. “Disculpe, de casualidad no llegó un español aquí…” comencé por enésima ocasión. “¿Como se llama usted?” me pregunto la señorita que estaba un poco sonrojada pues la pillé en plan romántico con el novio que no dejaba de bostezar. “Emmanuel Abundis” le dije emocionado por su pregunta.
“Si aquí estuvo un rato hablando por teléfono,” me dijo con cara de ahuecando el ala que de por si mi galán no se pone la pilas, “Como que estaba hablando con su mama en España porque se acabo el crédito y luego puso más”.
“Oye, ¿y no te dejo algo para mi o te dijo algo?” pregunte más interesado en escuchar sobre mi Ipod que sobre la conversación que tuvo con su mamá.
“Si, dejo esto,” dijo sacando mi Ipod, mi lindo Ipod que me dio mi Peque en un cumple. Doblemente importante y especial.
Ya con el alivio de tener mi música le pregunte sobre mas detalles de la visita de Jaime.
“Se notaba como nervioso y solo alcancé a escuchar que el lunes podía estar allá”

Ese allá fue lo que me ocupo la siguiente hora pues podría significar España por alguna emergencia o Panamá, puesto que esa mañana Jaime me pregunto sobre mi opinión acerca de que tanto quería avanzar y en cuanto tiempo pensaba llegar a Panamá, que originalmente era hasta donde iríamos juntos, y me comentó que ya tenía a alguien buscando la manera de cruzar hacia Colombia pues no hay una carretera. Como muchos saben, es una zona que se llama el Tapón de Derien. Esta zona esta prácticamente inundada y esta protegida, así que no hay un camino, propiamente dicho, para llegar a Colombia por tierra. Dicen los que saben, que la mejor manera es en bici pues la puedes cargar o aventar cuando sea necesario. De hecho si buscan en YouTube, encontrarán videos de Jeeps y hasta Hummers que han intentado y fracasado en el intento.
Quedé, entonces, con dos posibilidades. O bien Jaime se fue a España o a Panamá, tal vez porque le consiguieron el transporte aéreo o marítimo para cruzar a Colombia, pero debía estar en Panamá el lunes.

Me regresé al taller a contarles mis penas y los agarré comiendo. Estaban preparando unos tasajos sobre un anafre (asador) y muy sinceramente me invitaron a unirme al cotorreo. Había coca-cola y caguas, así que primero aplico un vasito con líquido vital y luego la coquita para acompañar los tacos de tasajo.
Que a gusto se come con personas que son autenticas, que hablan con la boca llena y se chupan los dedos después de cada taco. Claro, yo no me iba a quedar atrás (no te me enojes Jefecita linda).
Ahí en la guaguara les conté lo de Jaime y a su pregunta sobre si iba a seguir solo, les platique que me reuniría tal vez esa noche o el día siguiente con Jorge y su compa que habían salido de Guadalajara después que yo y que iban con destino a Oaxaca.
“Aquí hay modo por si quieres mi estimado,” me ofreció don Robert “aquí me quedo yo en la camioneta y si quieres ahí esta la caja o si traes con queso, pues ahí esta el suelo.” Dijo mientras se sobaba la panza de sandia que se carga. “Ahí esta la otra camioneta si quieres, pero la neta que no vas a caber, pero ahí como tu veas”
Le agradecí el gesto y lo analice por un rato mientras le echábamos un ojo a una actriz de alguna novela barata de Televisa.
Poco a poco se fueron retirando los hijos de Don Robert y el ayudante. Yo agradecí por todo pues comí y tuve palanca reconstruida de a grapa.





Me fui al centro a ver que se movía por allá. Estaba aquello a reventar, con miles de personas y la catedral hasta el tope. Era la fiesta del señor de… de… de ya no me acuerdo. Al rato me viene. El Zócalo lucia lleno de vida y color. Los que venden esquites (elote rebanado con limón y sal o crema y queso) por doquier, los de los dulces, los globos, los dogos, los tendidos de las indígenas y los otros que hacen pulseritas y eso. A veces como que no me caen bien aquellos que se visten de manta y andan vendiendo cositas, ideas robadas de los indígenas. No tengo una explicación clara, pero como que no me laten mucho, tal vez no ahí, no en Oaxaca.
Había también, un estrado donde se estaban presentando jóvenes locales y hasta un tenor local que al parecer es algo famoso en el medio, que a decir verdad canta muy bien.
El castillo estaba casi terminado de armar y los niños estaban ansiosos por el comienzo de los fuegos artificiales. Yo también, claro esta.
Primero que a las nueva, luego que a las nueve y media, y así se la llevaban. Entre a la catedral a ver como estaba en ambiente ahí y estaba la banda con todo amenizando la misa. Los danzantes con sus penachos no faltaban, también dándole mas color a un lugar que si algo le sobra por toneladas, es color.
Se terminó la misa y salieron los danzantes y comenzaron los toritos a ritmo de la banda. ¡¡¡Ah como extraño los buscapieces!!! No se a quien se le ocurrió erradicarlos, ya ni en Ixtlahuacán los sueltan. La verdad sin ellos no es lo mismo, falta la emoción de correr hacia ellos y brincar como loco.
Los güeros, ya saben, bien emocionados con los bailes y la música y el castillo y la gente y todo lo demás.
Y ahí estaba ella, toda emocionada viendo a los danzantes y sonriendo todo el tiempo. Era interesante ver sus cambios de expresiones, como sus ojos se abrían o se cerraban un poco, como intentaba que su lente captara todo. Siempre me llama mucho la atención ver a una mujer sola en un lugar así, o en el cine, el teatro o cualquier otro lugar donde se supone que las personas van acompañadas. Siempre siento curiosidad por preguntar, pero mi timidez no me deja. Ya estuvo, ¿no?
Prendieron el castillo y las expresiones de asombre se escuchaban por todas partes. En ingles, alemán, francés, italiano, chilango, en silencio, etc. Muchas veces me pierdo de la acción por estar observando a los demás, pero no lo puedo evitar. Mis sentidos se alertan y ingieren sonidos e imágenes es una ráfaga desorganizada.
Seguí con la mirada por varios minutos a la chica esta, intentando romper con algo que cargo desde siempre, pero con el mismo resultado.

La muchedumbre se dispersó poco después de que los juegos pirotécnicos que iluminaron la cuidad se terminaron y era el momento de ubicar donde tenderme a dormir. Espero un rato para que se desalojara aquello y pregunte a unos guardias si había inconveniente si me quedaba a un lado de la catedral. Me dijeron que no pero que me pusiera del lado oculto a la calle en caso de que pasara el comandante y les preguntara que hacia yo ahí. Así pues acomode mis triques por el lado que da a la plaza y arreglé la casa de campaña acompañado de un olor a orines que poco a poco se fue hasta que era imperceptible cuando termine.

Desperté acompañado de los pasos de los madrugadores a misa que miraban la casa con una mezcla de curiosidad y desaprobación. Guarde mis cosas y las amarre en Yuko, y me dirigí a un carrito que despedía vapor y un olor a atole.
Saboree un chocolate en leche delicioso, y digo en leche porque también hay en agua, pues debemos recordar que nuestros antepasados lo tomaban en agua pues no había vacas sino hasta la llegada de españoles hijos de María Morales….

El Zócalo comenzaba a cobrar vida, llegaban los tamales, las tortas de tamal, el atol de elote y el champurrado. Llegó también Martín. Martín se dedica a bolear los zapatos.
“Buenos días valedor,” saludó. “¿De donde viene?”
“De Guadalajara,” le contesté. “¿Como va el negocio?” le pregunté.
“Pues de todo. Al que trabaja honradamente, le va bien,” respondía haciendo evidente su origen capitalino. “¿Qué tal Guadalajara?,¿le vas a las chivas o que?” soltó la pregunta obligada.
“Al Atlas amigo.” Dije tajantemente.
“Mientras no le vayas a los aguiluchos todo esta bien.”
Le dimos a la plática un buen rato mientras nos tomábamos un champurrado que le disparé. En eso se presentó un personaje que se hacia llamar El Diablo.
“Asústame panteón,” le dije, “¿Así de malo?’”
Y me contó como había andado en la APPO y como con pistola en mano corrió de su casa a unos supuestos amigos que le pidieron asilo pero que los encontró con mujeres y drogas.
“¿Quieres que te haga de Oaxaca?” preguntó con mucha confianza.
“No amigo, yo para que quiero ser de aquí.” Dije secamente
“Pues si quieres, tu nomás dime y yo te hago de Oaxaca. Si quieres casa aquí, tu dime y te la consigo”
No pues con tanta palanca hasta ganas me dieron de tener IFE y casa de Oaxaca, digo, uno nunca sabe en que problemas se puede meter.



De ahí me fui a buscar al técnico fotográfico que me dijo que esa mañana me tendría el costo de la reparación de la cámara de mi hermana. Erick, así se llama, es un Ingeniero Civil que brinca de proyectos a arreglar cámaras. Es muy amable y cotorreador y al parecer tiene mucho clientes.
Como me lo temía, no iba a ser nada barato e iba a durar unos días la reparación y tiempo y lana era lo que menos tenía. Acordamos el precio y como le íbamos a hacer para que me enviara la cámara. No me pregunten por qué, pero me dio mucha confianza, así que no dude en dejarle la cámara de mi hermana, la mayor y única.
Ese día me iba a ir a Monte Albán, ¿pero como que sin cámara? Erick entendió el mensaje y me ofreció una que tenía por ahí.

En menos de media hora estaba ya en Monte Albán, que aprendí escuchando a un guía, le llaman así porque al llegar los conquistadores, notaron que los árboles tupían el monte y estaba llenos de hojas blancas, así que lo llamaron Monte Blanco o Monte Albán.
Fui recibido por puestos donde vendían cosas alusivas a la cultura Zapoteca, quienes fueron los que habitaron y vieron florecer Monte Albán. Ya dentro del complejo, no se ve claramente el esplendor de las ruinas, eso si una vista de todo el valle se hace presenten. Se tiene que avanzar un poco y subir algunos escalones para entrar en la ciudad. Y ahí esta. Una explanada enorme circundada por edificios de diferente arquitectura y pirámides de gran tamaño. En la explanada, hay dos edificios en el centro. Estos edificios fueron habitados por los jerarcas, sacerdotes y familias ricas, mientras que, como aún sigue siendo, el pueblo habitaba la periferia, en este caso, los costados del cerro.
Me di una vuelta por todo el complejo y ascendí las pirámides principales que eran de verdad empinadas y con escalones altos, lo que me hizo preguntarme por la talla de estas personas y el propósito de tan altos escalones.
Entré al mini museo después de recorrer las ruinas y observe una breve reseña de la cultura y sus tradiciones funerarias, de construcción y artesanales.
Vale la pena visitar Monte Albán, es un lugar bien interesante y con una gran y rica historia, pues representa el centro cultural, religioso de los Zapotecas.

Ya de regreso en la ciudad, me di una vuelta por un centro comercial a ver que películas estaban en exhibición y a buscar un teléfono para hablar con los de Delta Airlines para ayudar a Mayra con lo de su boleto de regreso a Guadalajara, cosa que pude haber hecho más tarde y ahorrarme lo que los voy a relatar.
Entre al estacionamiento y note una explosión extraña en la moto, pero no le di importancia pues a veces haces esas cosas por los escapes que tiene. Exactamente en el momento que me estacione, se apago solita, que de ninguna manera es raro que pase –jajaja. Hice las llamadas correspondientes y después de esperar y alegar por minutos, pude conseguir que no nos cobraran una lana que disque por un cambio que nunca solicitamos. Que desorden son los servicios al cliente a veces o casi siempre, unos te dicen una cosas y otros, otra. Por la mañana que les llamé, acordamos que sería un precio condicionado a que les diera la fecha de regreso ese mismo día y ya por la tarde me querían cobrar todo de nuevo, pero afortunadamente todo salio bien.
Ninguna película me convenció, así que me dispuse a ir al taller de mis compas los chilangos a ver que pasaba ya que había decidido pasar otra noche ahí para esperar a Jorge pues por una cosa y por otra no podían llegar a Oaxaca. Primero que una bujía, luego se les trono la parrilla donde se carga el equipaje, luego no se que. La cosa era que no llegaban y yo estaba pensando ya adelantarme y esperarlos en otro lugar. ¿Pero que creen? ¡¡¡Yuko ya no encendió!!! Le di y le di sin respuesta. Revise lo que pude y tuve que revisar y nada. Tal vez el marcador de gasolina se averío y no tenía gas, o tal vez…

Tomé un taxi al taller de Don Robert y Cornelio se vino conmigo para revisar la moto. No fue posible encenderla ni con un empujón. La llevamos al taller empujando con la otra moto y ahí se decidió que era la bomba de la gasolina. ¿Dónde se supone que iba a encontrar una bomba para mi moto en aquel lugar donde ni una palanca para el clutch pude hallar?
Las opciones eran dos en realidad: mandarla a pedir a Guadalajara y buscar una usada. La primera más cara que la segunda y para mi situación la mejor tal vez. Iba a ser otro día perdido cuando menos pues ya era algo tarde y hasta el siguiente día iba a ser posible buscarla. Le di luz verde a Pepe para que buscara la bomba.

En eso se armo el asado de nuevo. Había chilaquiles, tasajo y frijoles negros.

Ya éramos tan compas que me prestaron una moto para ir al centro y regresarle a Erick la cámara. No pude alcanzarlo pues el tráfico estaba mortal y regrese a entregar la moto para luego volverla a pedir para ir al centro y dar una vuelta. ¡¡Te dan la mano y tomas la pata!!
Me di una vuelta por el Zócalo y pues seguía la fiesta por doquier. Los olores y sabores de antaño continuaban haciéndose presentes en una noche fresca de luna llena.

“Lo más bonito de la vida es la satisfacción de ver crecer a los hijos y enseñarles a salir adelante,” comenzó Don Roberto ya de regreso en el taller. “Yo trabaje en la armada, ahí en el sexto piso, y también en transito del defectuoso. Me llamaban “Vulcan” ahí en el escuadrón de acrobacia,” me contaba con la mirada perdida en los recuerdos. “Me vine a Oaxaca a buscar a mi mama porque me contaron que aca se había casado con alguien. Yo crecí en los barrios bravos y aprendí en las calles, pero gracias a dios nomás alcohol tomaba, nunca me metí nada,” decía con orgullo.
Yo lo escuchaba con atención, imaginando como sería tener que ir a buscar a tu madre a otro lugar. No era un pensamiento placentero en lo absoluto y tragué saliva en algún momento.
“Aquí en Oaxaca me conocen como “El Tobi” porque era gordito,” continuaba con los recuerdos. “Cuando llegue aquí ni transito tenían y yo lo fundé. Pesaba 120 kilos,” eso para una persona que no llega al 1.70 es muchísimo, pensé. “pero ya he bajado ahí como me ves, me levanto a las 6 y me pongo a corre aquí en el taller y ahí tengo un diferencial que uso como pesas” y volteaba a ver a sus pesas. “ahí la llevo sin tomar tampoco, eso si para navidad si me voy a amanecer con una botella” hablaba soñando en esa noche. “Todo se puede si uno quiere, la clave es no desesperarse. Eso siempre les digo a mis muchachos. Ahí están esos pinches maestros, ganan un chingo y ni trabajan, nadie aquí gana tan bien como ellos.” ¿Será? –jajaja.
Efectivamente, la mañana siguiente muy temprano cuando abrí los ojos, Don Robert ya estaba sudado.
Me fui a desayunar al mercado. ¡¡¡Ay que rico comí!!! Una quesadilla con quesillo y tasajo, un café de olla y un agua de jamaica. El lugar esta lleno de pan tradicional, granos, verduras de las cuales desconozco su nombre. Huele a café y a chapulines de diferentes sabores y colores. Todas las personas en los comedores te invitan a que comas con ellos y como siempre, todos tienen la mejor comida, el mejor café, la mejor agua fresca.

Me di una vuelta a ver si veía a Martín pero no estaba aún pero no tardo en aparecer en otro lugar de la plaza. Tampoco pasó mucho tiempo para que “El Diablo” hiciera acto de presencia para contarnos una de sus aventuras.
Acompañe a Martín a comprar su desayuno que iba a consistir en unos sándwiches y leche. No lo volví a ver más.

Tomé el colectivo de nuevo al taller y la moto ya estaba lista. Pepe pudo conseguir una bomba usada para la moto y quede al cien.

La comunicación con Jorge no iba bien pues estaban tomando mucho tiempo para llegar a Oaxaca. Primero porque el supuestamente iba a salir el Lunes, lo cual no pudo ser porque se le quemó el disco duro de su compu y tuvo que dejarlo reparado para que su mama pudiera usarlo. El Martes no se que pasó que no salieron y creo que salieron hasta el Miércoles, pero igual pudo haber sido el Jueves -jajaja. El primer día fueron de Guadalajara a La Barca, ¡¡háganme el favor!! El segundo, a un pueblo después de Morelia, el tercero a Puebla y el cuarto tronó La Gorga (así se conoce a su moto), y todo por ayudar a un chico de una Harley Sposter. Esto significó que no iban a llegar a Oaxaca esa noche del sábado y que yo tendría que quedarme ahí otro día, lo cual la verdad no me incomodaba pues el coto con los mecánicos estaba chido y la pasábamos muy bien.
Se armo el asado, esta vez con chorizo, queso, frijoles y tasajo, claro acompañados de una coca bien fría.
En esta ocasión nos acompañó el compadre que ya cuando se puso a medios chiles, se volvió algo insoportable con sus aventuras de cómo compró una moto una vez, la primerita ahí en Oaxaca y todo con mucho orgullo pues el no era alguien de lana.

Ya con la moto lista me di mi vuelta nocturna por el centro para cenarme unos taquitos de cabeza que había descubierto la noche anterior y que están de rechupete, ahí por el mercado. Esa noche era la fiesta en otra parroquia a dos cuadras del Zócalo. ¡¡¡Ah!!! Ya me acorde como se llama el patrón de la catedral, El Señor del Rayo. Pero en el otro templo no me acuerdo que festejaban, solo que me quemé otros juegos pirotécnicos y no faltaban las caras blancas expectantes y llenas de sorpresa.

Me tuve que regresar al taller tempra pues Don Robert se duerme temprano y a la hora que llegué ya estaba listo para dormirse sin antes tener la atención de sentarse conmigo a conversar un poco antes de planchar oreja.

Domingo, Domingo… se cumplían ya 7 días del viaje y 4 en Oaxaca, y claro que no me quejo, solo hago cuentas. Ese día recibí la triste noticia que la abuelita de Jorge había fallecido y todo cambio. El punto de reunión ya no sería Oaxaca, sino Villahermosa, que es donde la mayor parte de tu familia habita. Nos pusimos de acuerdo para encontrarnos en un punto intermedio entre Puebla y Villahermosa, más o menos saliendo Veracruz, en Cosamaloapan para ser precisos. Venía el momento de decidir por la mejor ruta pues no era tan sencillo por la distancia que hay entre ambas ciudades. Consulte pues, con los chilangos y decidieron que tomara una ruta por las montañas hacia Cosamaloapan.
Me despedí de ellos con la promesa de que nos volveríamos a ver y con todo el agradecimiento porque de verdad me hicieron parte de su dinámica y me trataron súper bien.

Y la historia ser repetía. La carretera comenzó bien como la que me llevo a Oaxaca y poco a poco se tornó en otro reto. Las vistas son preciosas, llenas de pinos, con hermosos barrancos y con cabañas, y caídas de agua por doquier.
La neblina hizo acto de presencia, así como la lluvia, los baches, los deslaves y derrumbes. Seis horas para cruzar 250 Km.

El Rol Continua- Zihuatanejo










Zihuatanejo-Acapulco-Playa Ventura






El trayecto a Zihuatanejo estuvo marcado por interminables curvas y una belleza natural del estado de Michoacán que nunca ha fallado en sorprenderme. Una infinidad de tonos verdes y hermosas playas y ríos. Michoacán es sinónimo de una alta estimulación visual y de una singular belleza. El olor de sus bosques es tan intenso y fresco que con un poco de tranquilidad se puede sentir como circula el aire fresco por los pulmones. Me encontré con playas a mar abierto que te ayudan a imaginar que el tiempo se detiene y que nunca nadie ha pisado esas arenas.
No recuerdo cuantas veces se repitió la sensación, sin embargo lo disfrute cada vez.
Ya por la tarde llegué a Ixtapa, el pueblo, y luego a la zona hotelera. Le falta algo a este lugar a pesar de que hay muchos yates y esas cosas, como que no tiene mucha vida aún. Bueno, eso me pareció a mí. Seguí hacia delante a una playa que yo no me acuerdo como se llama, ahí un chico me ofreció comida y un lugar para acampar, claro no gratis, y aunque era una linda playa no se me antojó. Así que me seguí hasta Zihuatanejo. Ahí si me gusto pues es una ciudad pequeña con más vida; cafés, restaurantes de comida mexicana, gente amable, la playita y el colorido de un pueblito-ciudad costero. Se me hizo tarde ahí y decidí quedarme pues me comentaron que no era seguro acampar en una playa sola y que días anteriores habían matado a alguien en una de esas playas, así que no me hice el valiente.
Conocí a unos chicos que estaban viendo a la Incomprendida y me preguntaron si tenia donde quedarme, y pues les dije que no. Me invitaron a casa de uno de ellos, me dijo que tenían un cuarto en la azotea y que podría quedarme ahí si quería, ¡¡¡ah y también había Internet inalámbrico!!! Me dí un buen baño y lave mis chones. Me puse a echar el coto por Internet y abrí este blog. Hacía un calor de cagarse, diría mi amigo Enrique, un italo-argentino con el cual compartí habitación en los meses que viví en Viena.
Pasé una noche muy relajada después de un buen baño frío y fui despertado por los rayos del sol, ¡por que ah que calor hace desde muy temprano en la mañana! Empaqué mis cosas y me dirigí hacia Acapulco que estaba algo lejos por la libre. Me detuve a echar gas y el cuate de ahí me recomendó un lugar para desayunar. Era una tipo cabañita donde tenían pollito en salsa verde y carne de res. ¡¡¡Estaba aquél pollo… super archirrequeterecontra delicioso!!! ¡¡¡Y con tortillas hechas a mano!!! Disfrute tanto ese pollito con frijolitos negros, como acostumbran más al sur, con una coca cola que desde hace un par de días le traiba (jiji) ganas. La señora me contó que la noche anterior se le metieron en el changarro y se llevaron cervezas, carne, la licua y la tele. Es impresionante todo lo que se puede encontrar andando el camino. Es triste saber que las personas desconfían del ejército y vivir con la sensación de que algo malo esta sucediendo pues los retenes están a la orden del día.
El camino a Acapulco transcurrió sin contratiempos y arribé después del medio día. Soplaba una brisa agradable en el hermoso puerto de Acapulco, como se refieren a él muchas veces, y me impresionó el caos vial que es esta ciudad, claro que no es así en la costera Miguel Alemán pues es la zona chicha del puerto. Ya se imaginan como esta aquello lleno de Mc Donalds, cafés y todas las tiendas de moda. Debo reconocer que la costera cerca de la playa es muy atractiva pero se pierde un poco cuando se topa uno con todas las tiendas y anuncios que inundan la avenida.
Después de comer me dí a la tarea de buscar un lugar para arreglar la camara fotográfica de mi hermana, que como les conté anteriormente no arregle por falta de talento. Imaginé que un lugar tan turístico podría encontrar muchos lugares donde reparasen estos artilugios, sin embargo no fue así. Me tuve que meter al caos del centro a buscar a un tal Don Luis, que disque muy bueno para eso y que tal vez tendría la pieza que le hacía falta, o sea, el disparador. No dí con él, pero si a otro lugar, donde el señor muy amablemente me dijo que eso habría que pedirlo y que tardaba como 5 días y luego la reparada… 10 días en total. No pues así no juego. Otro fracaso con eso de la cámara.




No les he contado como tomaba las fotos. Introducía un alambrito en el orificio y ya con el tiempo se estaba dañando. Así tome unas de las últimas fotos en la Quebrada. ¡¡¡Ah, pero antes me tomé-comí un raspado con una señora que de tantos clientes se quedó dormida sobre los botes con las mermeladas!!! Me vi en la necesidad de despertarla para que me diera una nieve de coco con vainilla. Hacía tanto calor que me supo mejor que las de mi tía Ana, allá en Ixtlahuacán.
Coloqué la moto en un punto estratégico para que saliera en las fotos de la Quebrada. Esta rechido la verdad, estos cuates si que se avientan, en muchos sentidos de la palabra. Me quemé la presentación de las 7:30, acá con luces y sonido y toda la faramalla de los clavadistas de la Quebrada que son todos unos divos -jajaja.

Un chilango fumado.

Ya de noche me fui a acampar a una playita que según lo que encontré en la red estaba tranquila para pasar la noche.
Siempre cometo el error de pensar que si son 100 kilómetros y vas a 100, llegas en una hora. Agarré camino hacia Playa Ventura. Llegué ya de noche, después de haberme volado un buen de topes que ni una luciernaguita tenían embarrada, ya de perdis digo, y de siete km de una carretera secundaria que daba meyo por tantas curvas y columpios que parecía me llevarían a un lugar desierto, lo cual no ocurrió porque llegué a un playita linda, eso si, con mar abierto y con unos hoteles y restaurantes. Me topé con un lugar que parecía estar bien pues había una tienda cerca, debido a la urgencia de una chela, y se veía muy tranquilo al solo haber una sola persona que leía en una de las mesas. Pregunté como mascaba la iguana ahí y una señora, con más sueño que nada, me dijo que por 30 pesos me podía quedar y además tenía acceso al baño y regaderas. No era tiempo aún para una ducha pues apenas había pasado un día desde la última, – como me acuerdo del Wero y de Isaac que siempre me tiran carrila que disque porque no me baño- pero nunca se sabe cuando le den ganas a uno.
Desamarré mis cosas y armé la casa de campaña. Inmediatamente después fui en búsqueda del líquido vital, como lo conocen muchos de mis conocidos, porque digo no es que yo sea borracho pero al cabo de tantos días en la costa si se antoja. Ajá.
Ya armado, me dirigí hacia la mesa donde estaba el chico este. Le saludé con una pregunta -ya ven como somos lo que nos tenemos tan desarrolladas las habilidades sociales-, creo que fue algo así como: “¿Leyendo o estudiando?”, a lo cual contestó “Un poco de ambos”. Al instante cerró su libro y la charla fluyo como muy pocas veces en estos días donde se esta tan absorto en otras tantas cosas y muy poco escuchar lo que otros tienen que decir.
Ya ni recuerdo si nos presentamos – poco a poco iré aprendiendo- lo que si es claro es que comenzó a indagar sobre la moto y le daba curiosidad verme solo en la moto. Le conté del Rol Latino y sobre el encuentro que tendría el día siguiente con Jaime y después con Jorge y su amigo.
No me gustaría entrar tanto en detalles pues la charla nos llevo por muchos senderos, desde arte hasta sociología y psicología, desde Nietzsche hasta Pollock y Van Goh, del Peje a Bush y Obama….
Tuvimos que ir por otra ronda antes de que cerraran la tiendita de la esquina porque la garganta se secaba rápidamente, a mi por las palabras y a el por las palabras y el churrumais que se estaba fumando. De regreso al popurrí de temas, entramos en la onda de la teoría de la conspiración y le conté de un video que había visto, el cual me pareció interesante pues tenía algo de lógica. Les paso el dato para que lo busquen en la red, se llama Zeitgeist, es un tipo documental que habla sobre las conspiraciones de los poderes detrás del poder.
Ya en el avión notó mi camisa de “Seguridad nacional. Combatiendo al terrorismo desde 1492”, una camisa que muestra a un grupo de nativos de Arizona armados. No es que crea que no la agarraron, pero para los despistados la idea es que los nativos han combatido al terrorismo con el que los españoles les conquistaron y más tarde lo colonos continuaron sobre sus pueblos. Le platique a José Luis, el chilango que ahora ya saben porque eso de fumado, sobre mi viaje al Gran Cañon en Arizona y la experiencia con Wallace, un nativo de la tribu Hava Supai que tuve la fortuna de topármelo. El punto aquí es que ya entrados en la charla, no me pregunten como llegamos a este punto de avion, le platiqué lo que Wallace me contó acerca de sus creencias del fin de ciclo, o del mundo, y que para mi sorpresa eran similares a aquellas de los mayas y otras tantas culturas, cuyo fin marcaron para el 2012. Ya entrados en materia, recordé algo sobre el I Ching, un libro chino de predicciones que da respuestas metafóricas basado en una serie patrones de líneas que se crean tirando 3 monedas, dependiendo del lado que caiga es las líneas que se trazaran. Puede ser una línea continua o dos líneas. Esto se repite seis veces y después con el patrón obtenido se busca la interpretación en el libro.
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Bueno, resulta que un matematico gringo se intereso en esto del I Ching y con todos los posibles patrones hizo una línea de tiempo que grafico. Curiosamente los picos en la grafica coinciden con acontecimientos importantes en los ultimos milenios, como la caida del imperio romano, las guerras mundiales, etc. Y resulta que sorpresivamente la grafica termina en un punto determinado en el tiempo. ¡¡¡El 2012!!! Asi que abusados amigos porque según los Mayas, los Aztecas, los Incas, los Egipcios, los Hava Supai y el I Ching, el mundo será otro a partir de ese año.
“Ahì tengo el I Ching, ¿quieres que te lo lea?,” voy voy, me dije. “Ya vas,” le contestè emocionado. Se lanzo por el librito, sacamos las monedas, hice la pregunta y las rayitas comenzaron a salir. Pregunte, obviamente, sobre el viaje. Había pues, dos respuestas a mi pregunta. No voy a explicar aquí el porque de los dos factores, digámoslo así, de la respuesta para ahorrar palabras. El primer factor fue “El Clan” y no era muy claro pues hablaba de un orden en la familia, de los lugares que el hombre y la mujer deben ocupar, lo exterior y lo interior, respectivamente. Hacia hincapié también en tratar de ser bueno. Para efectos de mi pregunta como que no era muy revelador. Aunque se podría pensar que si no existiera ese “orden” en mi clan, tal vez no hubiera tenido la oportunidad de hacer este viaje. El segundo factor: “Suave, Penetrante y el Viento” mas claro este, hablaba sobre la aventura y el andariego, y mencionaba un regreso a casa. También hacia mención a un influjo -¿serán acaso sus tanques de ayuda? –jajaja.
Se nos hizo muy tarde con tanta conspiración y ondas macabrotas, y ya con unas frías en el sistema, como que ya era hora de ir a mimir.
Nos despedimos con un abrazo muy sincero puesto que ambos disfrutamos la charla profundamente y no sabíamos si nos veríamos la mañana siguiente porque yo tenia la intención de partir temprano a Oaxaca para encontrarme con Jaime y tendría que rodar como 8 horas.
Era una tarde con un cielo despejado y unos amigos y yo nos encontrábamos jugando fucho en una calle empedrada del pueblo. Luego jugábamos beis y changáis. Genaro siempre sacaba frases de no se donde como el “botese queno”, que no sé si se escribe así, pero así me sonaba. El güero y sus carnales eran siempre medios gandayas pero a la hora del fucho no podían porque son gordos.



De repente el cielo se nubló y comenzaron a caer unas gotas muy pesadas, de esas que duelen en la cara al caer. Todos corrieron a sus casas pero yo no pude moverme, solo sentía como las gotas me golpeaban el rostro. En eso que me despierto y llovía con un viento que movía la casa de campaña bien cabrón. ¡¡¡Se me olvido poner el techo de la casa y la lluvia me estaba mojando!!! Me salí a poner el techito y me de una buena mojada. La neta estaba
Fue agradable verle de nuevo por la mañana para compartir el desayuno y hablar un poco más. Ordené unas quesadillas con camarón y un jugo de naranja. Las quesa estaban bien deliciosas y el jugo aún más ya que era de eso aciditos ricos. Y claro no podo falta un buen café de olla.

domingo, 2 de noviembre de 2008

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ FOTOS DEL ROL !!!!!!!!!!!!!!!!
“Guess what?”, me dijo el Wero, “Ni modo Emmanuel, te vas a tener que fletar por que Hugo no ha llegado”. “Va a ver reencuentro de Revolver güey, por enésima vez,” confirmo Isaac con un poco de sarcasmo. Las bromas no tardaron en salir de boca de todos los presentes… que el plato de segunda mesa, que los mandara allá lejos, que por favor otra vez noooooooo!!!…
Así comenzó, propiamente dicho, el primer día del viaje, entre humo de cigarro, billar y rock and roll. Celebrábamos el cumpleaños “ya ni se cuantos” de Isaac, uno de los hermanos que la vida me dio. Fue genial ver a Dylan –hijo de Isaac- y poder jugar un poco con el pues siento que siempre me recuerda aunque no lo veo mucho y eso me alegra muchísimo. La cosa en la mesa de billar se ponía buena y a pesar de que tiene y siempre ha tenido un pata chueca, había muchas retas. Yo soy pésimo en el billar pero tengo mis momentos de fortuna e inspiración así que echamos varias parejas fuera sin querer queriendo. Hemos bromeado tanto y disfrutado de una chelita en el billarzuco como hace mucho o como tal vez nunca lo había hecho. Estábamos rodeados de muchas de las mismas caras de cada año y de otras que eran nuevas, pero siempre las que deberían estar por derecho de antigüedad. Don Arturo, papa de Isaac, como siempre dándole un sazón diferente a las conversaciones que mantenía con los demás.
Llego la parte inevitable…. El vocal de mis ex compañeros en Revolver, una banda de covers que teníamos, no se presento. ¡¡¡Me hicieron cantar!!! No me puedo explicar cabalmente porqué seguimos haciendo eso (jajaja), bueno tal vez no sea tan difícil de entender pues es algo que nos une, un escape, un regreso a muchas “aventuras” que compartimos por mucho tiempo. Como siempre que comenzamos a tocar, poco a poco las personas se van retirando… una coincidencia que siempre nos acompaña. Sin embargo, lo disfrutamos mucho. Se presento la carrilla, el sarcasmo y todo lo demás que siempre nos rodea. Gush se aventó la suya, bueno, hasta Hector cantó Creep de Radiohead… vaya acontecimiento!!!
¿Y el pastel qué? Ya nos íbamos sin comer pastel, ahí estaba el pobrecito en la mesa, sin que nadie lo pelara. “Queremos pastel, pastel, pastel”, gritábamos Alex, Arturo, el Galo y yo. No quisimos estropear el pastel con eso de la mordida pues era un pastel de zanahoria y después de toda la faramalla nos dieron nuestra rebanada después de otros gandayas que ni siquiera cantaron, pero a la hora de la hora no fallan… ya ven como es uno.
Nos retiramos a dormir llenos y contentos, y el frío nos llegó bien cabrón en el regreso de Las Carretas y ni hablar nos gusta andar en la moto. Una desvelada antes de comenzar el trayecto no era la mejor idea pero la verdad que me divertí mucho con toda la bandola: Alex, Arturo, el Galo, Paco y Lucero, Isaac y Cristy, el Wero y Cuquis, Hector e Irma, Alex, el Burro y sus respectivas, Gus, Fer, Naye, Yesenia pero falto Uriel, al cual siempre es un gusto ver. Estaban también muchos otros maestros de Proulex y amigos otros de Isaac.
¡¡¡Muchas Gracias Isaac!!!
Me desperte a la hora convenida con Alex, pues el me acompañaría hasta Tecoman para comer ahí y luego dejarme para regresarse a Ciudad Guzmán, que es donde labora por estos días, y yo continuar hacia Maruata, donde pasaría la primera noche. Fue un quilombo salir pues no había empacado y no podía encontrar mi pasaporte. ¿Dónde he visto este capitulo ya? Entre esto y aquello, que fue y que vino, logré localizar mi pasaporte. Teníamos la firme intención de partir a las 10, lo cual no fue posible por ningún medio. Ya cerca de partir, recordé que no había comprado la bolsa de dormir, así pues era otra parada más que realizar. Todo se solucionó en una tienda departamental por la salida a Colima, así que estaba todo listo… todo menos la cámara fotográfica que no pude arreglar por falta de capacidad mental jejejejejeje. Pero esa, esa es otra historia, diría la nana aquella.
Ya ahora si de camino, salimos por la carretera libre a Colima para posteriormente hacer el chanchuyo de meternos a la de cuota por Los Pozos. Para aquellos que no se la saben, tienen que tomar esta salida por el lado izquierdo, unos 5 kms después del entronque a Barra de Navidad. Ahí se toparan con el puente que pasa por encima de la autopista y donde deben tomar hacia la derecha para entrar sin pagar a la autopista. Ojo, no lo intente en auto pues no se puede, solo para motos, bicis, patinetas, patines del diablo y avalanchas…. El día era lindo para rodar y no tardamos en llegar a la desviación a Sayula a dejar un encarguito y ver si me podía hacer de unos roles de canela glaseados de Doña Silvia, que ustedes SI están para saberlo, hace una repostería excelsa… todo lo que he probado de ella es fabuloso. Bueno, ya saben los que saben a que me refiero (jijiji). No tuve la suerte de encontrarla, por lo tanto el abastecimiento de calorías se esfumo por falta de comunicación. Pero ahí estaba Don Lalo, el Individuo, que como siempre es un gusto verlo. Nos contó como iba las cosas por “Cajetitlán”, pero se me olvido preguntarle por el "Rey", su perro. jajaja
Ahora si ya enfilados nos fuimos hasta Colima. Pasamos los puentes por Atenquique, que es una fábrica de papel, donde admiramos distintos tonos de verde y la singular topología de la zona. Estos puentes tienen el dato curioso que los comparan con la altura de la Pirámide de Sol en Teotihuacan, así como un mirador en uno de ellos que te lleva a la base del puente para admirar la obra de ingeniería y la base de las montañas... Llego la hora de brincarnos la segunda caseta en San Marcos. Este paso es un poco más complicado pues hay que subir por un lado de la carretera que esta por el carril opuesto al que circulábamos. Este si no aplica para avalanchas y patinetas. El truco es así: antes de llegar a la caseta de San Marcos hay un puente sobre la carretera. Unos metros adelante esta la rampita que les comenté. Hay que seguir el camino hacia el puente, cruzarlo y seguir immer geradeaus, o sea, todo derecho hasta salir a la carretera libre. De este punto hasta la unión con la autopista de nuevo son como 20 kms. Desgraciadamente como se me hizo tarde Alex no me pudo acompañar hasta Tecoman. Llegamos un tipo Oxxo por el camino, comimos una pizza congelada… que horror, pero así fue. ¡Culpable! Tanta rica comida que hay es nuestro país y yo comiendo una pizza de esas… Lo bueno fue que Alex pagó jajaja. De hecho el se puso guapo con todo lo de ese día, las ahogadas y el tejuino, ¡¡¡y me dio un tanque de ayuda!!!

¡¡¡Gracias Alex!!!
Comencé así el camino solo a Maruata. ¿Quién iba a pensar que cerca de ahí me llevaría el primer susto?... A unos kilómetros de mi destino de esa noche volé debido a una “rampa” en la carretera. Aterricé fuerte y se golpeo la parte inferior del motor. Me salí a un claro al lado de la carretera, ya estaba oscuro, a revisar los daños. Había una gran mancha de aceite sobre el pasto y mi primera reacción fue maldecir pues creí que hasta ahí iba a llegar. El aterrizaje de verdad había sido fuerte y pensé que se había roto o se había dañado el filtro de aceite. Afortunadamente la “concha” salió en mi protección y la calma llegó. Saqué una lámpara que Jaime – el español- dejó en casa por que no tenía espacio para ella. Es de esas de manija que te hacen sentir bien rustico y le dan un aire de austeridad al viaje. Comencé a revisar y la sonrisa volvió pues el charco de aceite era viejo ya y mi moto estaba intacta, bueno no literalmente por que se puso un buen madrazo, pero no estaba sangrando. ¡Bien macha ella! Siempre me hace estar orgullosa de ella debido a que aguanta y ha aguantado muchísimo. No saben que madrazo le he puesto en diciembre pasado y ella sigue rodando.

Arrancamos hacia Maruata finalmente. Ya era muy de noche cuando llegue ahí. Entré al pueblito, famoso entre los campistas, y me dirigí hacia donde creí que estaba la playa. Llegué a unos charcos grandes en el camino de tierra y ¡¡¡vas pa’bajo!!! Por querer evitar la mitad del charco llegue a una parte fangosa que hizo que la moto se resbalara y fuera inevitable que cayera. Ahí la tienen a la pobrecita sobre el lodo, me miraba con unos ojos de enojo por haberla dejado caer. Intenté sacarla pero no era tarea fácil. Después de varios esfuerzos fallidos y de bajar mis baterías AA me dí por vencido. Poco a poco se acercaron unos locales y muy amablemente me dieron una lección de humildad. Se quitaron sus sandalias y se metieron al lodo así nada más y entre los 3 levantamos la moto. Me reí mucho de mi por haber querido evitar ensuciarme mucho y ellos sin pensarlo lo hicieron. Tuve, pues, dos cosas por que estarles agradecido.

Entre a una zona que no conocía y me abordaron los militares. Ya saben, las preguntas de siempre, todo tranquilo en apariencia. Pero, ¿Qué hacia el ejercito en ese pueblo tan pequeño? Independientemente de las mentiras de la televisión, eso de ver al ejército por todos lados te hace pensar que hay dificultades. Me adentré aún más por los caminos de tierra buscando por un lugar donde pudiera estar solo y solo logré perderme. Me encontré a un grupo de hombres jugando cartas y me acerqué a preguntarles por direcciones. “Le das por aquí y luego pa’abajo,” decía uno. “No, mejor dale hasta las canchas de volley y luego ahí donde esta el centro de salud, ahí ontá azul”, “no no, es verde,” respondía otro de ellos, y un tercero intervenía diciendo “se me hace que es azul y verde”… una costumbre muy de nuestros hombres de querer ser el chicho hasta en una cuestión tan sencilla. Seguí por donde ellos me indicaron, más bien guiado por las luces del pueblo que por sus direcciones pues me llamo mucho la atención la forma en como debatían sobre el camino correcto.

Por fin llegue a la playa y busqué un lugar donde acampar bajo unas enramadas que se veían desiertas. Puse la tienda que intercambié con Alex pues la mía estaba averiada del cierre. Después de un momento de lectura y otro de reflexión, me quedé bien dormido.

Don José Nasbor
Fue en verdad un lindo despertar en un lindo día. El cielo estaba extrañando a las nubes y la brisa marina daba ese toque de vitalidad que caracteriza a la playa. Mientras recogía mis triques noté a un hombre ya entrado en años juntando basuritas. Me llamó mucho la atención el ritmo que tenía para hacer sus deberes y la familiaridad con la que se movía al ir de aquí para allá. “¿Trabajando tan temprano?,” le pregunté, “Todo lo contrario joven, ya es tarde para comenzar el día”. Eran un poco antes de las ocho. “¿Qué tal la vida por acá?,” seguía con el interrogatorio, “Todo tranquilo joven. La vida es como uno quiere. Yo he vivido todo mi vida aquí y nunca me ha hecho falta nada”.

Esa mañana aprendí muchas cosas y reafirme otras tantas mientras escuchaba a Don José. Me platico como había salido vivo de la lucha cristera, de cómo recorrió el país con las fuerzas armadas y su experiencia en el norte (Los Estados Unidos).

Muchas veces creemos que las personas de ambientes rurales y que no son “de mundo” no podrían enseñarnos. Don José, a sus 99 años de edad, esta sano y trabaja todos los días, no le duele nada y tiene una visión de la vida que contradice a todo lo que buscamos en estos tiempos, pero sobre todo es un hombre feliz que nunca ha querido tener más de lo necesario y al cual no le ha hecho falta nada. “El dinero enloquece,” afirma, “se puede tener un cuarto lleno de dinero y siempre se va a querer más”. No pude evitar notar el uso del “cuarto” en su frase. En otro contexto usaríamos una bóveda o cualquier otra cosa de gran tamaño, pero aún en el uso de esta palabra, Don José me dio otra señal de su humilde naturaleza.

“¿Y a usted le gusta andar mucho en ese aparato?,” refiriéndose a mi moto, “Mucho. Quiero ir hasta Argentina,” le respondí. “Esta bien pa conocer, pero cuando uno ya vive así, el espíritu no esta tranquilo. Yo aquí tengo todo y vivo tranquilamente. Ahí yo veo como la gente va y viene, como se meten cosas que no dejan la cabeza en paz. El hombre debe trabajar hasta los 80, darle con el machete todos los días. Ya después de eso uno debe estar en su casa y disfrutar a su familia, eso si, siempre hay que estar haciendo algo pa que uno no se vuelva un estorbo”. Que gran diferencia a lo que nosotros buscamos. Queremos dejar de trabajar lo más pronto posible y tener opulencia también pronto en la vida.

“Oiga, hasta Sky tienen aquí,” le observé al notar la antena en la casa de al lado. “Ah si,” me dijo,“ahí nomás están viendo la mentiras”. ¡¡¡Bolas don Cuco!!! Otra bomba soltada por Don José. Estamos tan metidos en cosas como la televisión y todo aquello que se supone debemos buscar y tener, que no nos damos cuenta de las mentiras, sino que más bien, seguimos esas mentiras y las hacemos nuestros sueños y objetivos. En cambio Don José dentro de su humildad e ignorancia de el “mundo” es capaz de ver las mentiras que idolatramos día tras día. Y continuaba, “La tele no deja al sentido (la mente) en paz. Se tiene que tener tranquilidad pa disfrutar la vida y la familia. Así nomás no por que uno nomás anda viendo que hace y a quien jode y todo eso uno lo saca de la caja esa”.

Se confirma que siempre se aprende algo de cualquier persona y tal vez más aún de aquellos a los que hacemos menos y tenemos olvidados, por que no se puede negar que ni quién se acuerde de ellos y lo vemos siempre por todo el país. México esta en ese proceso de acabar con todo lo rural, de seguir negándose a si mismo. Sin embargo, su gente, los verdaderos mexicanos y no nosotros que pretendemos no serlo, siempre encontrarán la forma de salir adelante, de ser más inteligentes a largo plazo, de ver la verdad y no vivir persiguiendo mentiras.

Fue hasta el final de nuestra charla que le pregunté su nombre pues tengo la costumbre de no presentarme. Nos despedimos complacidos por nuestra charla matutina y le pague lo correspondiente a la noche que pasé ahí pues el rinconcito en el que me tendí pertenece a Don José.
Salí hacia Zihuatanejo esa mañana.


sábado, 25 de octubre de 2008

Hola a Todos!!!!

Este será el lugar donde publicaré todos los acontecimientos del viaje -ya van un buen de ellos - para que se quemen la acción (perdón por el léxico, ahora si que me he juntado mucho con chilangos) y la emoción de esta aventura.
En cuanto tenga la oportunidad voy a ponerme a escribir como loco para mantenerlos al tanto y que se den un quemón (otra vez...)...
Un abrazo a todos